martes, 19 de abril de 2011

DESFILE DE ENRIQUE LODARES: Bravo maestro!!


Antes de la llegada de la primavera, tuvo lugar el desfile del modisto valenciano Enrique Lodares, en su atelier de la calle de La Paz de nuestra ciudad.

En una tarde de lo más desapacible, en la que el invierno se despedía, dando los últimos coletazos en forma de lluvia y gélido viento, el Sr. Lodares mostró sus creaciones para la próxima temporada.

Pudimos admirar prendas confeccionadas con ricos tejidos, y exquisitas combinaciones, en un ambiente que recordaba a los primeros desfiles de las grandes maisons francesas como Balenciaga o Dior.

A ritmo de música oriental, las modelos comenzaron exhibiendo conjuntos de dos piezas con reminiscencias tribales en tonos tierra y ligeros tejidos, pasando progresivamente a prendas de construcción más compleja como elegantes vestidos de corte impecable, adornados con apliques o plumas de marabú, combinados con prendas cubrientes como chaquetas o abrigos entretiempo, tanto de corte recto como geométrico, al estilo de la más transgresora sastrería de Balenciaga.

Disfrutamos con las combinaciones de colores, que magnificaban los conjuntos y nos hacían viajar a elegantes guardarropías de las mujeres de los años 50, haciendo un itinerario que cubría las necesidades sociales desde la mañana a la noche.

El show finalizó tras las esperadas propuestas para la noche, vaporosos vestidos de largo interminable y exuberantes escotes, y el atrevido vestido de novia, que dejaba entrever claramente la silueta de la mujer.

El desfile nos permitió ver que la moda valenciana goza de buena salud, y hacernos desear que nos inviten a cualquier evento que nos sirva de pretexto para ponernos en las manos y en la aguja de este gran modisto: ¡Bravo maestro!!

Lo que más nos gustó: todas las maniquís era mujeres reales, con curvas y medidas con las que sentirse identificadas, las joyas y complementos que acompañaban a cada modelo que daban ideas estupendas para los looks del día a día, el elegante ambiente del atelier durante el desfile y la cercanía del público que permitía contemplar las prendas al detalle, y la encantadora personalidad del modisto, quien saludó efusivamente a cuantas personas acudieron.

Lo que menos nos gustó: pese a los esfuerzos de las asistentes del desfile, que acompañaban personalmente a cada invitada a su sitio, algunas personas ocuparon otros asientos, haciendo que las primeras se quedaran de pié y que habiendo dos sesiones en la misma tarde, las invitadas de la primera se quedaron también a la segunda esperando que cesara la lluvia, lo que provocó cierto overbooking dentro del atelier.